En relación con Hernán Cortés, protagonista central de esta serie, diremos que fue uno de los muchos extremeños que desde España marcharon a las Indias para su gran aventura vital, como ya señaló Garcilaso de la Vega, El Inca: numerosos naturales de la Extremadura viajaron al Nuevo Mundo. En esta misma entrega nos ocupamos de las vicisitudes que obligaron a Don Her-nán a su destino definitivo, cuando por un tiempo estuvo tal vez en la idea de desplazarse a Italia, a la gran escuela militar que eran las operaciones del Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, frente a los pretendientes franceses de hacerse con el reino de Nápoles y Sicilia. Por último nos ocupamos de las relaciones entre Hernán Cortés y Diego Velázquez, el gobernador de Cuba, en el inicio de la gran aventura de la conquista del imperio mexica.
Los extremeños en el Nuevo Mundo
Seguimos hoy, en pleno año de Cortés, 2019, con diálogos sobre el gran conquistador, empezando con un introito sobre el papel de Extremadura en todo lo que fue la conquista de América. Originaria-mente la parte más meridional del Reino de León, y en el siglo XV ya dentro de la Corona de Castilla, alcanzó la máxima grandeza de sus gentes al participar éstas en las navegaciones, conquista y evangelización del Nuevo Mundo. A partir de 1492, fueron muchos los extremeños que se lanzaron a la aventura de unas Indias hasta entonces no imaginadas .
Esa expansión no cabe asimilarla a una conquista en el sentido tradicional del término, pues España, por su composición de diversos reinos, no integrados en plenitud, y con recursos limitados, no contaba con ejércitos regulares, ni permanentes, ni suficientemente poderosos como para realizar la ocupación de millones de km2 para explorar, vencer y colonizar. Ni la Corona de Castilla, la más poderosa de España, tenía medios financieros para organizar empresas de conquista.
El hecho de que muchos importantes conquistadores fueran extremeños, ya asombró a los contemporáneos de la conquista, como nos muestra el siguiente texto de Garcilaso de la Vega el Inca (1564):
Gonzalo Pizarro y sus cuatro hermanos de los cuales la historia ha hecho larga mención, fueron naturales de la ciudad de Trujillo en la provincia de Extremadura, madre extremada, que ha producido y criado hijos tan heroicos, que ha ganado los dos imperios del Nuevo Mundo: México y Perú. Don Hernando Cortés, marqués del Valle, que ganó México, fue también de Medellín. Y Vasco Núñez de Balboa que fue el primer español que vio la Mar del Sur, era natural de Xerez [de los Caballeros] de Badajoz; y don Pedro de Alvarado [Villanueva de la Serena, Badajoz], que después de la conquista de México pasó al Perú con ochocientos hombres. Y también extremeños fueron Gómez de Tordoia, Pedro Holguín, Hernando de Soto, Pedro del Barco, y Chaves; y otra gente ayudaron a ganar aquellos reinos, los más de ellos extremeños .
El nacimiento de Hernán Cortés se fija, generalmente, en 1483. Cortés siempre profesó gran admiración por su padre, Martín Cortés de Monroy, de hidalguía menor, manteniendo con él una sana relación de confianza y complicidad toda su vida. Y a pesar de la distancia que separó a padre e hijo durante muchos años, Don Martín no dudó en prestarle el apoyo más decidido siempre que pudo.
Martín Cortés se cuidó de que en su adolescencia Hernán aprendiera a montar a caballo, y a manejar la espada de acero, dos habilidades que le fueron de lo más útiles en la conquista. Además, a la edad de catorce años, en 1499, Hernán pudo ser enviado a realizar estudios de Humanidades a la Universidad de Salamanca ?aunque no hay prueba documental de su status de universitario?, acogiéndolo en su casa Francisco Núñez Valera, notario; casado con Inés de la Paz, hija natural del abuelo Monroy. En su casa se hospedó Hernán, seguramente por dos años, para luego, a principios del invierno de 1501, regresar a Medellín.
¿Por qué Don Hernán no fue a las guerras de Italia?
Parece que Hernán tuvo una idea alternativa a la de ir a las Indias: Italia, para allí hacer la carrera de las armas, al lado del Gran Capitán, Don Gonzalo Fernández de Córdoba; que había ganado Nápoles y Sicilia para Castilla, contra los franceses, a iniciativa de Fernando el Católico . Pero el caso es que, finalmente, partió para La Española en 1504, y así empezó su gran aventura.
La gran proeza empezó el 10 de febrero de 1519, cuando los once navíos se dieron a la vela desde La Habana, rumbo a Yucatán. Y sigue el diálogo de hoy:
- ¿No fue Cortés un traidor a sus pactos con Velázquez, el gobernador de Cuba?
- Depende de cómo se vea. Entrando a fondo en el asunto, aparte de que fue Don Hernán quien seguramente más recursos aportó a la aventura, lo arriesgó todo por una causa más importante que la de Velázquez, que no buscaba sino algo de oro y capturar cuantos más esclavos mejor. Esa diferencia de pretensiones, se ha destacado en prácticamente todos los estudios sobre Cortés.
- Pero Velázquez, delegado del poder real en el momento de organizarlo todo, tenía la legitimidad?
- Pero la perdió, primero al arriesgar mucho menos que Cortés. Y sobre todo, cuando se arrepintió de que Don Hernán fuera su so-cio y quiso impedir su salida de Cuba con sus once naves. Así, renunció a un protagonismo asociado.
Cortés no fue un traidor
- ¿Por qué Velázquez no intervino antes, al ver la envergadura de los preparativos de la expedición en que estaba Don Hernán?
- Por temor a que los demás apoyaran a Cortés más que a él mis-mo. No supo asumir la grandeza y el riesgo de buscar el Imperio anunciado. Velázquez, en realidad, ya era un rentista, incapaz de dejar su poltrona de Cuba.
- ¿No fue una situación desesperada la de Cortés, al desengancharse de Velázquez?
- Don Hernán intuyó claramente el peligro de ser declarado traidor a Velázquez, y por eso, no dudo en liderar la empresa él solo, para luego autolegalizarse con la carta del cabildo y el tesoro enviado a Carlos V, según veremos. En definitiva, se ganó la legitimidad, convenciendo los procuradores a Carlos V en las Cortes de Santiago de Compostela de 1520, y en gran medida también por el oro que le hizo llegar.
- ¿Cómo calculó Cortés todo lo que necesitaba para la expedición?
- Las vituallas que reunió no habrían dado para más de dos o tres meses de actividad de algo más de 400 hombres. Como todo conquistador en ciernes, Cortés previó que podría vivir sobre el terreno. Sobre lo que nunca habló antes, fue sobre sus posibles aliados in situ contra el adversario principal, una cuestión que luego fue clave. Definitivamente, como veremos, esa posibilidad la vio de inmediato, por los primeros contactos habidos con los indígenas en su camino a Tenochtitlán.
- Entonces, Cortés fue a la aventura sin saber prácticamente nada sobre qué pasaría?
- Tuvo la intuición, pero seguro que nunca pudo imaginar la gran-deza de la expedición que en sus inicios planeó tan cuidadosa-mente? Eso lo reflejó bien en sus cartas de relación.
- Quiere Vd. decir más ahora, en el inicio de la gran aventura?
- Aunque sea adelantar ideas? Cortés fue empresario de su propio proyecto, arriesgando todos sus recursos. Adicionalmente, brilló por su valentía como soldado junto a sus capitanes; con un coraje excepcional en Otumba, que recondujo la tragedia de la Noche Triste. Asimismo, Don Hernán es considerado como un estratega, estudiado por la reconquista de Tenochtitlán, en la que combinó la guerra naval de su armada de once bergantines, con la lucha inacabable por tierra con los valerosos mexicas hasta la rendición final de Cuauhtémoc.
- Solamente todo eso? ¿No se pasa Vd. un poco?
- No lo crea. Igualmente fue un gran diplomático, que consiguió la alianza de las naciones indias enfrentadas a los aztecas. Como igualmente se convirtió en un verdadero estadista al fundar la Nueva España, que rigió directamente por casi un lustro, como gran gobernante. Y por último y no lo menos importante, ejerció de puntual escritor con sus Cartas de Relación al rey-emperador, en lo que fue una narración espléndida, base de todos los relatos, crónicas y biografías ulteriores.
Seguiremos la próxima semana, con nuevos diálogos sobre el creador de la Nueva España, que como configuración histórica duró nada menos que trescientos años, hasta 1821, en que se proclamó la independencia mexicana. Y como siempre, esperamos las observaciones de los lectores en castecien@bitmailer.net, que serán bienvenidas.