Magia este domingo con el musical 'Un hogar con Encanto'
Tendrá lugar este domingo, 24 de noviembre, en el Teatro Santo Tomás
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
Sorprende el interés despertado en Ávila por saber quién fue uno de sus más ilustres vecinos, la duquesa de Valencia. Ella, Luisa María Narváez Macías (1912-1983), una aristócrata excéntrica convertida en historia de la ciudad por su altruismo con la cultura y el patrimonio demostrado con la donación de su palacio, el de los Águila, para que un día se convirtiera en museo de la ciudad.
Prueba de esta particular atracción por el personaje es, precisamente, la segunda convocatoria de conferencia que ha tenido que realizar la Asociación de vecinos 'Puerta del Alcázar' para atender la curiosidad despertada alrededor de su figura, después de que en la primera, ante un auditorio de unos doscientos asistentes, se quedaran in poder entrar más de un centenar. Por eso hemos tenido que impartir una segunda conferencia este martes 15 de noviembre en el auditorio Palacio de Los Serrano, y aún así, más de cincuenta personas se han vuelto a quedar fuera al haberse completado el aforo.
Curioso evento el celebrado para compartir espacio y experiencias en torno a una biografía formada a base de testimonios diversos y la rica hemerografía que trata de sus andanzas. Y es que, ciertamente, son muchos los vecinos que aún recuerdan alguno de los innumerables rastros que la duquesa dejó en la ciudad. Su sola presencia sigue impregnada en la retina de sus paisanos, quienes la rememoran por curiosos detalles cada vez que salta a la actualidad del noticiario la lenta y pausada transformación de su casa palaciega en museo, un largo proceso que se inició en 1988 que todavía sigue siendo novedad cada vez que se pone una piedra o se apuntala algún elemento de la construcción que se está rehabilitando.
Ávila tiene el privilegio de contar con impresionantes arquitecturas palaciegas cuya historia monumental suele hacer referencia a sus dueños estableciendo especiales lazos de paisanaje sin diferencia de clases. Eso ocurre, por ejemplo, con el palacio Superunda convertido en museo municipal de las colecciones de Güido Caprotti y Laura de la Torre, sus últimos moradores. Lo mismo sucede con el coleccionista, bibliófilo y académico Bernardino Melgar, IX marqués de Benavites y VII de San Juan de Piedras Albas, y el palacio del corregidor de Ávila Juan de Henao, actual parador de turismo.
También el palacio de Polentinos, que fue Academia de Administración militar y de Intendencia, ha sido durante más de un siglo el vínculo de unión de Ávila con cientos de alumnos que aquí completaron su formación e instrucción militar. Y de forma parecida, con más o menos relevancia, podríamos referirnos al resto de palacios y casonas solariegas que suman una treintena en el catálogo del patrimonio cultural de Ávila.
Sin embargo, ningún palacio está rodeado de tanto misterio como el de Los Águila. Y todo porque algunos rasgos imborrables de la biografía de su última dueña, la Duquesa de Valencia, permanecen en el imaginario ciudadano como si se tratara de algún antepasado del gran álbum familiar de Ávila. Ahora que la mansión ha pasado a ser la casa común de los abulenses, es cuando éstos reviven viejos recuerdos y otras historias, incluso antiguas leyendas urbanas, que hacen de Luisa Narváez una peculiar mujer provocadora y 'subversiva'. Así pues, el relato que componemos en esta ocasión se forma con retazos de la memoria colectiva sobre un palacio y su última inquilina, lo que hacemos a modo de apéndice sincrético de otros reportajes que hemos publicado con anterioridad.
Para ello, aunamos algunos testimonios vivos que conforman una aureola popular que sobrepasa al personaje, convirtiéndolo en un espíritu que vaga por el palacio. Y en este ejercicio de remembranza se agolpan los nombres de numerosos vecinos y conocidos que en algún momento, y de alguna forma, tuvieron relación con la duquesa, surgiendo entonces los recuerdos y anécdotas sobre el carácter extremo y otros aspectos de convivencia de Luisa María Narváez.