Los estudios superiores y las competencias adquiridas favorecen el acceso al empleo, pero también la salud, el bienestar subjetivo y los comportamientos cívicos, según se desprende de la monografía 'De los estudios a las competencias: Condicionantes y resultados del capital humano en España', elaborada por la Fundación BBVA y el Ivie.
El trabajo, elaborado por un equipo multidisciplinar de economistas y psicólogos dirigido por los investigadores del Ivie José María Peiró y Lorenzo Serrano, introduce en el análisis no solo la formación reglada obtenida, sino también de competencias esenciales; comportamentales de tipo cognitivo y de carácter social; globales; y competencias digitales.
Para ello, se evalúan tanto las competencias de los alumnos en torno a 15 años (últimos datos disponibles de PISA 2018), como las competencias de la población adulta (a través de Programa Internacional de Evaluación de Competencias de Adultos, PIAAC, por sus siglas en inglés). Las competencias muestran una relación positiva con el nivel de estudios, es decir, cuanto mayor nivel de estudios se alcanza, más competencias se adquieren.
Según los datos disponibles, el nivel educativo alcanzado no favorece únicamente la situación económica y laboral de las personas, también incide en otros aspectos como la salud y los hábitos saludables de vida. Del mismo modo, solo el 12,8 por ciento de ocupados con formación superior sufre problemas de salud crónicos, cuatro puntos menos que los trabajadores con estudios primarios. Además, el 93,1 por ciento de los primeros considera que su estado de salud es bueno o muy bueno, frente al 84,7 por ciento de los que cuentan como máximo con formación primaria.
Tener estudios universitarios es uno de los determinantes que afecta positivamente a la realización de actividad física semanal, frente a una vida sedentaria, ya que las personas con estos estudios tienen 14,1 puntos porcentuales más de probabilidad de hacer ejercicio varias veces a la semana que los que solo tienen estudios primarios.
También incide en el consumo diario de productos saludables (fruta y verdura), con 13 puntos porcentuales más de probabilidad en el caso de las personas con estudios universitarios, y en el menor consumo de tabaco (los individuos con esta titulación superior tienen una probabilidad de fumar 9,3 puntos porcentuales inferior a aquellos con estudios solo hasta primaria).
Además, la monografía también muestra que tener estudios superiores contribuye a paliar los efectos negativos sobre la salud en las situaciones desfavorables como la Covid-19. Y es que, las personas con titulación universitaria han resistido mejor la incidencia de la pandemia de Covid-19 sobre la salud, ya que mostraron menor incidencia en 11 de los 14 síntomas psicosomáticos analizados.
Las competencias adquiridas también están relacionadas con la salud de las personas. En concreto, la comprensión lectora y la disposición a aprender se asocian con una mayor percepción de disfrutar de una salud excelente entre las personas adultas. Asimismo, las personas jóvenes que se sienten competentes en lectura y que se ven capaces de examinar cuestiones locales, globales e interculturales, y de comprender y apreciar las perspectivas de los demás, también indican en mayor medida que tienen una salud excelente.
Los jóvenes que desarrollan sus habilidades para obtener información sobre empleo y estudios en el futuro, gracias a las iniciativas de sus centros educativos, indican en mayor medida que tienen una salud excelente. Destaca también un efecto negativo en la competencia relacionada con el uso de las TIC entre los jóvenes cuando está orientado a la diversión (videojuegos) ya que incrementa los problemas de salud en nueve síntomas medidos por PISA (dolor de cabeza, dolor de estómago, dolor de espalda, etc.). Sin embargo, su uso para fines académicos no tiene esos efectos negativos.
MÁS SATISFECHAS CON SU VIDA
Por otro lado, el trabajo ha puesto de manifiesto que las personas con estudios superiores se muestran más satisfechas con su vida. En concreto, tienen 19,1 puntos porcentuales más de probabilidad de reportar una alta satisfacción con la vida que las que solo tienen educación primaria.
Estar ocupado es otro de los aspectos que más influyen en una alta satisfacción con la vida, si bien las brechas entre parados y ocupados se reducen de manera sensible cuando la persona en paro tiene cierto nivel de estudios. Cerca del 70 por ciento de las personas que combinan estar ocupados con estudios superiores expresan una alta satisfacción con sus vidas, frente al 45,6 por ciento de los ocupados con educación primaria.
Además, la persona con estudios también se ha mostrado más resiliente, en términos de bienestar emocional, durante la pandemia. En cuanto a la relación entre las competencias adquiridas y el bienestar personal, el estudio destaca que las personas jóvenes que puntúan alto en competencias matemáticas son más propensas a expresar satisfacción con la vida (obtener 100 puntos más en PISA en la prueba de matemáticas supone 4 puntos más de probabilidad de reportar alta satisfacción con la vida).
Las personas jóvenes que se sienten competentes a la hora de entender e interesarse por el mundo que les rodea, lo que se conoce como competencia global (comprender y apreciar las perspectivas de los demás; interesarse por la comunicación intercultural; y emprender acciones para el bien común y el desarrollo sostenible), tienden a estar más satisfechos con sus vidas, experimentan más emociones positivas y muestran un mayor interés por su desarrollo personal vinculado al aprendizaje en el centro educativo.