El presidente del Partido Popular de Castilla y León, que también es presidente de la Junta, ha cerrado de un plumazo el puzzle de las candidaturas a las respectivas alcaldías de las nueve provincias de la Comunidad. Como un prestidigitador, ha resuelto enigmas enquistados que habían convertido alguna situación en pasto de chascarillos, bromas... y puñales por la espalda.
Alfonso Fernández Mañueco, presidente del PP y también de la Comunidad, ha tirado de manual para mover estratégicamente sus piezas y lanzar diferentes avisos. El primero, que su autonomía personal está fuera de toda duda y eso es un mensaje importante después de tiempos convulsos donde la antigua dirección nacional del partido hizo movimientos destinados a desautorizar su gestión. En este baile de la política, la capacidad de soportar situaciones de presión es un galón que Mañueco ha sabido exhibir.
El PP de Castilla y León necesita recuperar espacios perdidos. No está, precisamente, en su mejor momento político ya que solo gobierna en una capital de provincia (Salamanca), mientras que ha ido perdiendo paulatinamente alcaldías que ahora pretende recuperar como síntoma de fortaleza en una organización que también tiene como objetivo empujar desde su territorio a Alberto Núñez Feijóo en la siguiente cita electoral de las generales.
Obviamente, el mapa regional no se va a teñir de azul. El PSOE es imbatible en Soria (Carlos Martínez); se ha hecho fuerte en León (José Antonio Díez) y Burgos (Daniel de la Rosa); tiene empoderado a Óscar Puente en Valladolid donde solo la tradición del recuento al límite esboza algún tipo de incógnita, y ha sabido mantener Segovia (ahora con Clara Martín). Salvo en Salamanca (Carlos García Carbayo), el PP no tiene "asegurada" una victoria cantada. Zamora con el comunista Francisco Guarido, sigue pareciendo hoy inabordable, como Ávila con el independiente Sánchez Cabrera. Quizá, los populares esbocen alguna opción clara de vuelco electoral en Palencia.
Para todo esto, Mañueco ha mirado en su propio gobierno hasta sacrificar el meteoro autonómico de Jesús Julio Carnero y ponerle de cabeza de cartel en Valladolid. En Ávila tira de una exconsejera y actual diputada nacional, Alicia García. A ninguno de los dos les apetecía este reto; bastaría más, cambiar el barro municipal por el cobijo regional o el Congreso de los Diputados, pero en política no se puede tensar tanto la cuerda porque se acaba rompiendo.
El proceso está prácticamente lanzado, porque apenas falta por conocerse los candidatos de Ciudadanos, pero la batalla municipal se ciñe a bloques a la izquierda o la derecha. En la suma estará el resultado que ahora todos anhelan.