Éxtasis en flor, en Ruiz de Ocenda. Acto I

Por Eduardo Blázquez Mateos (URJC)

R.C.G.T
Sábado, 21, Enero, 2023

El libro Éxtasis en Flor se presentó en Ruiz De Ocenda (flores y perfumes de autor) el día 16 de enero, mientras la lluvia inundaba las calles de Bilbao.

Ruiz De Ocenda es un paraíso de flores y perfumes convertido en museo de fragancias escapistas e innovadoras. Dentro del modernismo floral, la vivencia en el interior marcaba, con aguas y colores, una experiencia inolvidable definida por la dimensión museística del espacio.

Begoña, Erri y yo nos bañamos en los perfumes de incienso y flores, aconsejados por Viki y Antonio, recorrimos las texturas y las sensaciones de paisajes que incorporamos al acto del libro; tomamos apuntes venecianos para ampliar nuestro Viaje a Ítaka, un texto sin editar en el que la perfumería-floristería tiene un gran protagonismo.

Hace muchas lunas, las flores tejen los pañuelos de Viki que, con Blanca y Juan, protegen un singular espacio convertido en PARNASO.

La noche llenaba las aguas de los pensamientos, la firmeza del espacio nos permitía intensificar nuestra vivencia; desde los elaborados ideales se transitaba con emoción para concatenar los olores desde la experiencia positiva.

Nos encontramos con la calidez y apoyo de un brillante equipo, nos recreamos en las naturalezas muertas-vivas para poder abarcar la artisticidad de Vicki Fernández que, con una poderosa puesta en escena, nos llevó a la Venecia del Renacimiento.

El perfume de Ariadna y de Dédalo, de Begoña y de Errikarta, resultó esencial para abordar la bella estancia de Vicki que, inundada de pétalos, se aderezaba con las composiciones de Sofía, aliada de nuestro bienestar en la perfumería.

Dentro del escenario edénico, desafiamos nuestros nervios, para calmarnos con el apoyo de las flores en éxtasis. El paisaje exterior lo interiorizamos, para adentrarnos en la neblina romántica de Begoña y Errikarta, ambos autores, traídos por la madre Naturaleza desde Gorbea y Oma, transmitieron las dimensiones del éxtasis en flor.

Los objetos hermosos se enriquecieron con la llegada al acto de amigos y familiares, de artistas y de héroes, es decir, de Musas.

¡Estábamos en el Parnaso!

Me imaginé a mis amados amigos, a Begoña y a Errikarta, como poetas homéricos inmersos en los mares de nubes inundadas de flores; para sobreponerse cada uno, nos mirábamos para buscar la textura visual de nuestros tejidos del libro que, entre cantos de amistad, nos llevó ante la luz de nuestro relato ultramundano.

Entre parnasianos, los sonidos de Vivaldi sonaron a campanas de bautizo.

Los rostros de Begoña y Errikarta traducían la firmeza de la vitalidad del éxtasis en flor, viaje desde la soledad del jardín a la cima del monte mítico que, desde el bosque de Ibarrola, nos adentra en el jardín del Edén de Ruiz De Ocenda, lugar para el deleite de los sentidos que purifica el relato interior.

Al no planificar nuestro discurso, transitamos a la manera del peregrino floral, Polifilo-Errikarta buscaba la isla de Polia-Begoña, lugar de luz tallado con las manos del poeta-pintor de Gorbea.

Debería añadir, dadas las perspectivas del libro, que el suelo del espacio se compone de una sucesión atardeceres que, con aire mágico, nos llevaba al placer óptico del silencio interior del vergel femenino.

Abrumados por el apoyo, cerramos el acto con gratitud para dar paso a los encuentros con las musas; entre conversaciones vivificantes, surgió el encuentro con Aurora, sus ojos me llevaron al cielo de Friedrich, al azul de Murano, un paraje de flores convertidas en guirnaldas de una escena idílica pintada por Tiziano.

Miro a Begoña y a Errikarta, están felices.

El silencio de los colores era, verdaderamente, idílico.

Mientras realizaba dedicatorias, llegó Iván (Odiseo), le pude entregar el libro prometido, mientras hablamos, descubrí gran parte de la fuerza de Iván, su belleza interior, insondable, la imaginé con vértigo y en éxtasis; mientras escuchaba sus palabras, mitigadas por el anhelo de poesía, reemplazaba sus gestos por su mirada pintada en su isla-museo. Nuestro héroe de Ítaka, había retornado a la floristería mítica.

¿Cómo vivir sin color, sin amor?

¡Las flores cubren la espuma de la diosa Venus!

¡Las flores adornan los cabellos, para dar forma a las alegorías de la Noche!

Las hadas míticas y las diosas del Parnaso culminan la ceremonia, los bodegones ilustran las escenas míticas de Erri y Begoña.

¿El rayo de Ibarrola, en éxtasis, da forma a las lágrimas florales de Romeo y Julieta?

  

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