Por Jesús María Sanchidrián Gallego
Acompañando a su madre, la pintora Nanda Papiri (Fernanda Papiri Raponi), el camposanto de Ávila acaba de recibir los restos de Ana Chicharro Papiri, recientemente fallecida el pasado jueves con 86 años. Ella fue 'la niña Lilla' y su hermano 'el niño Toni' a quienes retrató su padre Eduardo Chicharro Briones (1905-1964). Ellos son los herederos y testimonio de sorpendentes expresiones artísticas y poéticas que se fraguaron en Ávila, la ciudad que les prestó su espíritu inspirador y creativo y de cuya querencia nunca se desprendieron.
La vinculación de la familia Chicharro y la pintura con Ávila ha sido siempre extraordinaria. Aquí se asentó el patriarca Eduardo Chicharro Agüera (Madrid, 1873-1949), eminente y prestigioso maestro de famosos pintores como Diego Rivera, que aquí prestigió a tipos y personajes anónimos de nuestros pueblos a los que convirtió en inconmensurables modelos del costumbrismo y de la ruralidad abulense en títulos como 'El tío Carromato' y 'El aguacil Araujo', 'El jorobado de Burgohondo', 'Angelillo', 'Las hueveras', 'La Casa de Misericordia', 'En la fiesta de la Virgen de las Vacas'. También hizo algún retrato a personalidades abulenses y mereció importantes premios nacionales e internacionales, siendo uno de los pintores más importantes de su época.
La última participación pública de los Chicharro en Ávila, lo fue con motivo de la inauguración en el Museo de Ávila de una 'micro exposición' de arte pictórico formada por cuatro dibujos realizados a mediados del siglo pasado en Ávila por el artista Eduardo Chicharro Briones (Chicharro hijo) que había sido adquirida por la Asociación de Amigos del Museo. Entonces tuvo lugar también una amena e ilustrativa conferencia impartida por el profesor de la UCAV y doctor en Historia del Arte Juan Antonio Sánchez, quien nos descubrió a un vanguardista y soberbio personaje que tanto compartió con esta ciudad.
Fue entonces cuando, para sorpresa del público que llenaba el salón de actos del Museo, se presentó Lilla Chicharro Papiri, a quien ahora recordamos. Asistió acompañada de su marido Francisco Muñoz Tomé y de sus hijos y nietos, quienes aportaron interesantes testimonios de vida. Ahora Lilla se queda en Ávila donde vivió, igual que hizo su madre, quien también quiso ser enterrada en tierra abulense, y donde su padre había sido alumno aventajado del abuelo Eduardo Chicharro Agüera en las prácticas de pintura que hacía en el torreón del Alcázar de la muralla.
Los padres de Lilla se conocieron en Roma, donde Eduardo Chicharro Briones, conocido como Chebé, estaba becado por la Real Academia de San Fernando, ciudad donde vivió el abuelo era el director de la Academia de España en la ciudad. Contrajeron matrimonio en 1937, asentándose definitivamente en España desde 1943 después de estancias en Roma y París.
En 1944 Chebé gestó en Ávila ,junto con Silverio Sernesi y Carlos Edmundo de Ory, un nuevo movimiento estético literario: el postismo, síntesis ecléctica de los movimientos vanguardistas europeos de comienzos del siglo XX, y la musa del movimiento fue Nanda Papiri. Y precisamente el primer libro de poesía de la nueva corriente, Las patitas de la sombra, firmado junto a C. E. de Ory, también fue concebido durante una estancia en Ávila.
Chicharro Briones, además de pintor y poeta, fue narrador y ensayista, y profesor de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios y en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, entre cuyos alumnos destacó el pintor y dramaturgo Francisco Nieva. Su obra pictórica, del del estilo de su padre, fue objeto de numerosas exposiciones, especialmente en los años 40 y 50 del siglo XX.
Una gran parte de estas pinturas se conserva en la Fundación Caja Segovia. Más grande aún fue su obra literaria que sobrepasa todas las vanguardias. cuya trayectoria abarca poesía, novela y cuento, teatro o ensayo literario, teniendo como compañera en esta etapa a la poeta Gloria Fuertes. En ella sobresale su libro de poemas 'Música Celestial' (1947-1958), donde escribe Carta de noche a Carlos: "Carlos yo te escribo trece trenes/ trinos trece te estremece/ y te envío mecedoras a tu casa".
Nanda Papiri, por su parte, enamorada de Ávila, ciudad a la que siempre volvió hasta su muerte, además de ser la musa del movimiento postista, fue una atrevida pintora de cuadros de estilo naíf, puntillista, onírico y surrealista, lo que le mereció una sugerente dedicatoria de Dalí titulada 'Oda a Nanda Papiri'. Una muestra de su obra se conserva en el Museo Reina Sofía en la colección 'Vanguardia frívola', curioso calificativo.