Fue delegado del Gobierno contra la Violencia de Género en el segundo mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, actual premio Menina en Cantabria, profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada y médico forense. Sí, acertaste. Se trata de Miguel Lorente (Serón, Almería, 1962), que se ha pasado por TRIBUNA para conmemorar el 25-N.
Lorente repasa la actualidad que rodea a la conducta dando sus sensaciones al respecto y detallando cómo la violencia de género "juega con la realidad". De hecho, no comprende ciertos comportamientos de los hombres que intentan justificarla o, lo que es peor, negarla. Son argumentos, en este sentido, que "se siguen dando" y que no permiten avanzar como sociedad.
En esta entrevista que concede a este medio, Lorente también ha querido dar su opinión sobre la problemática y "grandísima" Ley del 'Solo sí es sí', a la cual alaba por su "abordaje", pero critica por su "mala gestión". Ahora, ese papel recaerá en la nueva Ministra de Igualdad, Ana Redondo, a la que "desea lo mejor". "Debe apoyarse en los colectivos feministas", destacó.
PREGUNTA: Para un exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, ¿qué siente cuando ve en la noticia que han denunciado un nuevo caso?
R: Con todo el trabajo y la experiencia que he ido obtenido durante el tiempo, mi sensación cuando veo una noticia como estas es de tristeza, de impotencia, de fracaso social... Esto juega con la normalidad. Según el barómetro del CIS, respecto a la pregunta de cuál es el principal problema en una relación sentimental, la Violencia de Género ocupa como problema grave o principal el 0,8% del cuestionario. Cuando asesinan a 60 mujeres de media cada año, percibes la relación tan distante que tiene la sociedad con la realidad. La clave es la construcción cultural que hay alrededor de la violencia para justificarla. Solo se cuestiona cuando es muy grave y, por eso, aún recuerdo aquella frase de 'Mi marido me pega lo normal, pero hoy se ha pasado'. Los argumentos de que el agresor es muy buena persona y de que la culpa es de la víctima, a día de hoy, se siguen dando. O que estaba bajo los efectos del alcohol, o de las drogas... Hay otros que piensan que, si no es de mucha intensidad, no es violencia. Y todos ellos no saben que, de un bofetón, va otro bofetón, un puñetazo... Estos actos deberían ser condenados de manera más activa.
PREGUNTA: ¿Qué está haciendo mal la sociedad para que no se reduzcan los casos?
R: Quizás no utilizaría la palabra mal, sino insuficiente. El problema principal es que hemos centrado la respuesta en la denuncia. No es un problema de las víctimas. Considero que esta violencia juega con la realidad y con la aceptación de parte de los entornos porque entienden que son conductas que pertenecen a una relación sentimental. Hay un 44% de mujeres que no denuncian porque la Violencia de Género no es lo suficientemente grave. De nuevo, vemos un elemento cuantitativo. Luego tienes un 26% de mujeres que sienten vergüenza. Han hecho creer que el marido pega porque la mujer habrá hecho algo mal para ello. Si todo esto forma parte de la normalidad, es muy difícil que haya una visión crítica para rechazar la conducta. Lo que nos falta es trabajar la detección. Tenemos que trabajar la denuncia, pero también el proceso previo a ella. Debemos ser proactivos y abordar las situaciones. La denuncia no puede ser el primer paso, sino uno más de la recuperación.
P: Entonces, ¿cree que tiene solución?
R: Sí, y es asumible. Es verdad que es una solución que requiere muchos recursos. Hay que analizarlo todo. Estamos hablando de una situación que hace que hayan de media 60 asesinos de mujeres. Cuando ellos ya pierden el control de la relación, actúan para defender su imagen y sus ideas e impedir no quedar mal ante su pareja. Si se hace un trabajo decidido y dedicado a la educación, concienciación, detección y la asistencia, la situación cambiará. Ahora estamos inmersos en una transformación social a favor de la igualdad, que facilita sacar una violencia que antes era invisible. Ante este cambio, también se están produciendo respuestas de los sectores más machistas. 2023 ya cuenta con más mujeres asesinadas que en 2022. Tenemos que estar pendientes de las dinámicas sociales que puede hacer que incremente la violencia contra las mujeres.
P: ¿La desigualdad es una de las razones por las cuales se producen estas conductas machistas y violentas?
R: La desigualdad es la esencia y el machismo, la causa principal. Esto hace que los hombres se creen que tienen la potestad de ejercer un control sobre la mujer en una relación de pareja. El hombre lo hace consciente, no lo hace por imposición. Hay otros elementos como las épocas del año porque en verano o en invierno se pueden incrementar los casos. Y luego está el efecto imitación o llamada. Si un hombre ve que otro ha matado a su pareja, puede reforzar la idea que tenía previsto realizar. Se identifica con él, y lo hace. Esto no quiere decir que se mate porque otros han matado, sino que, como ve que ya lo han hecho, refuerza su idea de matar también. Y el otro factor que ahora mismo está irrumpiendo es el negacionismo. Cuando tú niegas la violencia de género, tú estás reforzando los argumentos del agresor y eso reduce la confianza que pueda tener la víctima al respecto. A partir de ahí, le costará más denunciar y no podrá evitar el homicidio. El agresor decide cuándo hay un conflicto y el grado de violencia que utiliza para solucionar el conflicto de la manera en la que él entiende solucionarlo.
P: Al hilo de lo que comenta de la denuncia, ¿el miedo provoca que no se dé el paso?
R: Sí, pero no es un miedo dirigido a una situación específica, sino a lo que rodea a la misma. Hay un miedo hacia la agresión, hacia ella misma o hacia sus seres queridos y hay un miedo hacia el futuro si denuncio. El miedo a la soledad y a estar aislada... El agresor hace que pierda el apoyo externo. Es decir, los familiares o los compañeros de trabajo. Es el miedo a sentirse culpable de lo que ha pasado. Tampoco se denuncia por vergüenza... Por eso, no solo me quiero referir al miedo físico porque la agresión también genera pérdida de autoestima, estrés... Son elementos que no permiten reaccionar tan fácilmente.
P: ¿Se denomina violencia de género si el hombre es la víctima y la mujer la agresora?
R: No existe esa violencia como violencia de género porque no hay una construcción cultural que lleve a entender que las mujeres puedan utilizar la violencia contra los hombres para controlarlos, dominarlos o someterlos bajo la agresión o amenaza. Hay casos, por supuesto, en los que el hombre es la víctima, pero no hay una referencia de que 'Mi mujer me pega lo normal'... No existe esa normalización o justificación al respecto. Es violencia, se aborda como tal, pero es violencia doméstica o familiar. Hablamos, por lo tanto, de otro tipo de violencia.
P: Como experto en la materia, también me gustaría saber su opinión sobre la problemática Ley del 'Solo Sí es Sí'. ¿Qué conclusiones saca?
R: Es una grandísima Ley que recoge una abordaje integral y global sobre la violencia sexual que habla de prevención, especialización, recursos... El problema que ha tenido la Ley es que se quitó el abuso sexual, algo que hacía falta... No tuvo mucho sentido quitarlo. La horquilla, por esa razón, se amplió y facilitó reducciones de condena a los agresores, que salían incluso excarcelados. Fue un error de gestión. No se explicó bien. Creo que la Ley mayoritariamente es positiva y que, en el futuro, vamos a tener una respuesta mucho más cercana a la libertad sexual. Ayudará a la investigación y a la recuperación de las víctimas. Se debería haber evitado estos problemas por la trascendencia que tenía ya la propia Ley.
P: Por último, dale un consejo a la recién nombrada Ministra de Igualdad, a la vallisoletana Ana Redondo.
R: Le deseo lo mejor. Ella sabe que puede contar con todos nosotros. Es muy importante que se rodee bien, que componga un buen equipo. Hay que seguir avanzando en esta materia. Trabajar más en la prevención, por ejemplo. Tenemos que adelantarnos a la violencia. Veo que hay un retroceso sobre todo en la población más joven. Ana debe apoyarse en todos los colectivos feministas que conocen la realidad desde la práctica y la cercanía fruto de la desigualdad. El movimiento feminista es amplio, plural y deberíamos vivirlo así. La nueva ministra también tiene que hacer una labor transversal y acercarse a las comunidades a través de los elementos que he ido explicando.