Javier Ruiz-Ayúcar
Sábado, 03, Febrero, 2024
Actualidad
Los Zarramaches, una antigua celebración recuperada hace más de 30 años, volvió a celebrarse hoy en Casavieja coincidiendo con la festividad de San Blas. Estos personajes, encarnados por los quintos, asistieron a la tradicional misa y después corrieron por las calles de la localidad para perseguir a los niños con su vara de mimbre y una naranja.
Tiene su origen en una mascarada que se realizaba el día de San Sebastián y que fue prohibida por el obispo de Ávila en 1731. Este sábado, siglos después y bajo un reluciente sol, los Zarramaches volvieron a recorrer las calles de Casavieja en lo que es ya una fiesta declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial.
La tradición indica que los Zarramaches deben asustar a los diablos, que son los niños. Durante la procesión alrededor del templo, encabezan el desfile sin quitarse ni máscara ni cencerros. Terminada la ceremonia religiosa, vuelven a perseguir a los más pequeños, que mañana domingo participarán en un desfile infantil a partir de las 11 horas.
Los Zarramaches, quintos del pueblo, se visten con pantalones de sábana blanca y con una tela del mismo color y con agujeros en ojos y nariz se cubren la cara, a modo de capucha. También llevan una estera de esparto en la espalda y anudada a la garganta para protegerse del golpeteo de los tres cencerros, que se cuelgan de un cinturón de cuero, y un gorro cónico de mimbre recubierto de tela blanca y vistosas cintas de colores, junto a una vara de mimbre y una naranja.