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Los tres magistrados que componen el tribunal del TSJCyL que decidirá sobre el futuro penitenciario del expolítico berciano Pedro Muñoz no han terminado de deliberar. Siguen haciéndolo desde el pasado 18 de junio.
Desde hace semanas, el Tribunal Superior, con sede Burgos, debe decidir sobre los recursos presentados por todas las partes a la sentencia de la Audiencia de León que el 10 de enero de 2024 recogía que Muñoz "intentó matar" a su segunda exmujer, la abogada leonesa Raquel Díaz, pero absolvía al agresor de asesinato u homicidio en grado de tentativa "porque finalmente se arrepintió", condenándolo por un delito principal de lesiones agravadas y varios delitos de maltrato.
Acogiéndose a la jurisprudencia, cabría concluir que arrepentirse de un delito cometido no necesariamente permite eximir a un sujeto de ser condenado por él, sobre todo si no concurren los requisitos, como es el caso. La Audiencia de León absolvió en enero de este año a Muñoz de asesinato u homicidio en grado de tentativa "porque se arrepintió de intentar matar" a su entonces mujer el 27 de mayo de 2020.
Los tres jueces que deliberan sobre el caso no parecen tener clara la certeza de cómo aplicar justicia en una de las historias más bestias de violencia de género que se recuerdan en este país. La fiscal que dirigió la acusación pública tanto en la instrucción como en la vista oral, la leonesa Inés Lescún, tristemente "acostumbrada" a trabajar en casos de violencia de género, llegó a escribir sobre este procedimiento judicial que, "en más de doce años que he estado llevando violencia de género, no he encontrado un caso que represente con mayor fidelidad todos los elementos de esta lacra social".
Para los no expertos en asuntos de tribunales, el asunto no parece tan complicado. A juzgar por los recovecos que va dejando, por las aristas de todo lo que tiene que ver con los protagonistas del caso, lo es.
Esta historia de terror y silencios podría resumirse contando los hechos probados, contando que el 27 de mayo de 2020 un hombre agredió salvajemente a su mujer, la arrojó por la terraza de la vivienda que compartían en Toreno y después bajó para golpearla salvajemente con un palo de grandes dimensiones. "Su intención era matarla". Creyó que lo había hecho, así se lo confesó por teléfono a dos personas. "Está muerta, Raquel está muerta". En realidad, los golpes que la profirió no la mataron: "sólo" la dejaron parapléjica, con 17 gravísimas lesiones y daños neurológicos irreversibles.
Mientras ella, de 44 años, se recuperaba (casi todos la dieron por muerta), el hombre, un conocido político de la zona de 64 años que había pasado por seis partidos de todo color, dio después varias versiones insostenibles de por qué ella había "aparecido" en tan terribles condiciones.
El hombre habló y habló: a los guardias, a los forenses, a los médicos de urgencias, a la familia de la mujer. Habló porque quizá pensó que nunca ocurriría lo que milagrosamente ocurrió: que la víctima se recuperó, empezó a recordar y contó con detalle qué había pasado: que el tipo había vuelto a agredirla, como en otras ocasiones (algunas probadas) desde que se conocieron unos años atrás. Numerosas pruebas y peritajes forenses corroboraban la versión de la mujer.
Pasaron 3 años, 6 meses, y 12 días hasta que el agresor fue juzgado y condenado por la Audiencia Provincial de León. 1.293 días de un sufrimiento inimaginable para la víctima y los que la quieren.
La Audiencia de León dio total credibilidad al relato que la víctima hizo durante su declaración en el juicio celebrado en León a finales del año pasado. El 10 de enero de 2024 llegó la sentencia. Tal y como solicitaba el Ministerio Fiscal, el tribunal optó por absolver a Muñoz de los delitos de asesinato u homicidio en grado de tentativa. "La intentó matar pero luego se arrepintió", recoge la sentencia ("a última hora, se arrepintió de querer matarla y llamó al 112"), un fallo que lo condenaba a 16 años y 11 meses de prisión por "lesiones agravadas" y otros cuatro delitos de maltrato.
Pero el segundo abogado que ha dirigido la acusación particular de Raquel, Felipe Patiño, ha seguido insistiendo: "Muñoz hizo todo lo que pudo para terminar con la vida de su mujer, si no la mató no fue porque no lo intentara". Patiño recurrió la sentencia y confía en que el TSJCyL corrija a la Audiencia de León. "Si llamó al 112 cuando ya la creyó muerta fue para salvarse él, no a ella", explica el abogado gallego.
La pelota está ahora en el tejado del Tribunal Superior. La ponente designada en el TSJCyL es la magistrada Blanca Isabel Subiñas, junto a la que fallarán sobre los recursos los veteranos magistrados José Luis Concepción (presidente del TSJCyL) y el leonés Carlos Javier Álvarez. El fallo ya no tardará. Los tres magistrados sentenciarán en septiembre si finalmente Muñoz es condenado por asesinato u homicidio en grado de tentativa, como solicita la acusación particular de la víctima.
En unas semanas se dará a conocer la interpretación del TSJCyL sobre qué dice la ley acerca de librarse de ser condenado por un delito "por arrepentirse", y cómo puede aplicarse en este caso el arrepentimiento a un agresor que jamás reconoció los hechos ni mostró arrepentimiento alguno. "Cómo es posible que (Raquel) esté loca y esté declarando aquí, ¡es que está loca!", gritó un airado Muñoz en su alegato final, tras la vista oral que se celebró en diciembre en la Audiencia de León.