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El Barcelona ha vuelto a la élite. Lo confirmó este miércoles enterrando sus viejos fantasmas contra su 'bestia negra' en Europa, el Bayern de Múnich, al que goleó sin piedad (4-1) de la mano de un excelso Raphinha, que lideró el exorcismo azulgrana con un espectacular triplete.
En la montaña olímpica se respiraba el ambiente de las grandes noches europeas desde horas antes del inicio. Una atmósfera mágica que todavía no se había vivido desde el traslado del equipo a Montjuïc y forjada en la confianza que se ha ganado a pulso el Barça de Flick.
El conjunto azulgrana va como un tiro y hoy se enfrentaba a su primera gran prueba de fuego en un partido lleno de simbolismo también para el técnico germano, que consiguió para el Bayern el histórico sextete en 2020, con el 2-8 con el que eliminó al Barcelona de la 'Champions', como resultado icónico.
En el choque también se retaban dos estilos de juego muy parecidos y los dos 'pistoleros' más en forma del fútbol europeo: el polaco Robert Lewandowski, que se enfrentaba a su exequipo, y el inglés Harry Keane, con el alemán Thomas Müller -ocho goles en su nueve enfrentamientos contra el cuadro catalán- como secundario de lujo.
Precisamente fue Müller el elegido por Kompany para reemplazar el talentoso Musiala, que llegaba muy justo al encuentro por culpa de sus molestias de cadera, mientras que Flick apostaba por el vigor de Fermín para acompañar a Casadó y Pedri en el centro del campo azulgrana.
El partido se le puso rápidamente de cara al Barça, que se adelantó a los dos minutos en una combinación entre Lewandowski, Pedri y Fermín, que vio el desmarque de ruptura de Raphinha y se la puso para que el brasileño driblase a Neuer y enviase el balón al fondo de la red.
En su centenario como azulgrana, Raphinha celebraba su primera aparición estelar de la noche como si hubiera marcado el tanto de la final, pero los locales ya no se acercarían al área visitante durante los siguientes veinte minutos. Y es que el Bayern no pareció acusar el tanto en contra y, más aplicado en la presión tras pérdida que su adversario, puso cerco a la meta azulgrana.
Avisó Keane a los diez minutos cabeceando a gol un centro desde la banda derecha de Müller, pero el colegido esloveno Slavko Vincic lo anuló por fuera de juego.
Ocho minutos después, el '9' británico volvía a perforar la portería de Iñaki Peña, esa vez en posición correcta y con un volea acrobática en el segundo palo tras un centro de Gnabry desde la izquierda.
Los viejos fantasmas de la historia reciente del equipo azulgrana aparecían para planear sobre Montjuïc, pero el Barça de Flick, que hasta entonces se había parecido al viejo y acomplejado Barça, no parece tenerle miedo a nada.
El empate despertó al equipo catalán, que por fin empezó a tener la pelota y a recuperarla en campo contrario para desplegar su fútbol intenso y afilado, incluso contra el mismísimo Bayern.
Un tiro desde la frontal de Lewandowski que se marchó a la derecha de Neuer y un error en la salida de balón del meta visitante que casi aprovecha Lamine Yamal en boca de gol, confirmaron la mejora del conjunto catalán.
Y de nuevo llegaría el premio del gol, en el minuto 35, cuando Fermín le ganaba la partida a Kim Min-Jae y, sobre la salida de Neuer, cedía el balón a Lewandowski para que rematara a placer.
El tanto fue muy protestado por el Bayern, que reclamó falta en el salto del centrocampista azulgrana, pero el ritmo vertiginoso de un duelo jugado a todo tren aún depararía otro golazo justo antes del descanso.
De nuevo, un Raphinha en estado de gracia controlaba un desplazamiento de cuarenta metros de Casadó para asomarse al vértice del área, encarar a Guerreiro y Upamecano y soltar un zapatazo con rosca al segundo palo de Neuer y desatar la locura en el Lluís Companys, que empezaba a corear su nombre.
El Bayern pareció salir de nuevo mejor que el Barcelona tras la reanudación y Palinha avisó con un disparo que se marchó alto tras un rechace de la defensa local.
Pero en un partido entre dos equipos que defienden siempre hacia delante y cuyas zagas transitan por el borde del precipicio durante casi todo el choque, puede pasar cualquier cosa.
Y de nuevo Raphinha fue el que encontró la grieta por la que colarse. El pase filtrado a la espalda de la defensa visitante lo recibió Lamine Yamal y el brasileño, este miércoles capitán, se encargó del resto con un disparo cruzado, tras conducir en eslalon entre Kim Min-Jae y Upamecano, que superó a Neuer poco antes de la media hora.
Con el 4-1, Kompany hizo un triple cambio a la desesperada, dando entrada a Musiala, Goretzka y Coman con el objetivo de ganar aún más en posesión y en pegada en la última media hora.
Pero a esas alturas del choque, el Barça ya disfruta de su regreso a la élite ante un equipo que le había derrotado los seis últimos enfrentamientos -once en total- de los quince duelos entre ambos hasta esta noche.
Con Cubarsí e Iñigo Martínez, imperiales, manteniendo a raya la delantera bávara, Casadó batallando cada balón sin descanso y Yamal y Pedri ofreciendo detalles de su fútbol de seda, los azulgranas cortaron cualquier posibilidad de reacción del cuadro muniqués, que solo se acercó a la portería de Iñaki Peña con un par de tiros lejanos.
La recta final del encuentro, Flick la dedicó a reservar a su columna vertebral pensando en el clásico del próximo sábado ante el Real Madrid. El Bernabéu parece el escenario ideal para enviar de nuevo el mensaje: el Barça ha vuelto.