Las acusaciones del comisionista Víctor de Aldama contra el Gobierno y contra el PSOE han dado alas al Partido Popular para redoblar su presión contra Pedro Sánchez y orillar polémicas que les afectaban, como la gestión de la dana o el intento fallido de tumbar la candidatura europea de Teresa Ribera.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha elevado el tono de sus críticas y además de pedir la dimisión del presidente del Gobierno ha abierto la puerta a una moción de censura, al ofrecerse a los socios de Sánchez para tumbar al Ejecutivo. "Es evidente que no tengo los votos para acabar con el Gobierno, pero si alguno de los socios quiere acabar con todo esto, que sepa que estoy a disposición para abrir una nueva etapa en nuestro país", sostuvo el pasado jueves desde el Congreso.
Este ofrecimiento no se ha concretado en una ronda de contactos para explorar a apoyos y, de hecho, el PP defiende que son los socios quienes "tienen que mover ficha". La pelota está sobre su tejado, en palabras de la secretaria general del PP, Cuca Gamarra.
Los populares han explicado que el paso dado por Feijóo busca poner de relieve el papel jugado por los aliados de Sánchez, a los que presionan acusándoles de avalar con sus votos la corrupción. La número dos del PP aclaró este viernes el terreno de juego, al señalar que Feijóo no presentará una moción de censura si no tiene votos para que prospere porque "la corrupción no necesita un debate sobre el estado de la nación".
LOS SOCIOS NO RECOGEN EL GUANTE
El guante lanzado por Feijóo no ha sido recogido por ninguno de los aliados de Sánchez. Su movimiento ha coincidido, además, con el último logro del Gobierno, el pacto in extremis del paquete fiscal, en el que ha sido capaz de hacer equilibrios para volver a conjugar intereses contrapuestos.
El PP considera que la negociación ha mostrado la "agonía legislativa" de un Gobierno débil y en el alambre y algunos aliados, como ERC, han vuelto a mostrar su malestar por la forma en la que negocia el Gobierno.
Otros socios, como el de coalición, Sumar, ven en el acurdo alcanzado un motivo para ser optimistas de cara a unos futuros presupuestos. Con estos mimbres, la posibilidad de una moción de censura parece lejana e improbable. Lo admite el propio PP, que ha dicho que no se lleva a engaños con la aritmética.
VOX PIDE NO GENERAR FALSAS ESPERANZAS
También el líder de Vox, Santiago Abascal, llamó este viernes a no generar falsas esperanzas ni confundir a los ciudadanos sobre una moción de censura que desaloje a Sánchez de la Moncloa, al entender que los "separatistas" no dejarán caer a un Gobierno "débil", del que en su opinión sacan ventaja.
En todo caso, Vox sí respaldaría una moción de censura de Feijóo siempre que sirva para convocar elecciones inmediatamente y sin cesiones a los nacionalistas, lo que no impide que este partido haya incidido en sus críticas al PP y a los presidentes autonómicos de esta formación por mantener la relación institucional con Sánchez. Las declaraciones de Aldama han vuelto a evidenciar las distintas estrategias de Vox y PP contra el Gobierno, pues los de Abascal han dado un paso más en los tribunales al anunciar que pedirán la imputación del presidente del Gobierno y de algunos de sus ministros en el Tribunal Supremo. Tanto el Partido Popular como Vox han deslizado que Pedro Sánchez busca mantenerse en el poder para continuar aforado de cara a una hipotética imputación.
En todo caso, y tras meses esperando al volcado de los móviles del caso Koldo o a que alguien tirase de la manta, el PP ha encontrado la munición que esperaba para desgastar al Ejecutivo, que llega tras unas semanas complicadas para esta formación.
La declaración de Aldama ha dejado, por el momento, en un segundo plano la gestión de la dana, sobre la que los dirigentes del PP no han tenido que responder en las últimas horas, tras días y días de cuestionamientos al presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, que ha culminado los cambios en su Consell cesando a la hasta ahora responsable de Emergencias. También ha perdido foco la intentona fallida de Feijóo de frenar la candidatura de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, como vicepresidenta de la Comisión Europea, que finalmente será elegida para el puesto la próxima semana, sin el respaldo del PP español, que se desmarcará del resto de sus colegas europeos.